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Damián Alcázar
Un actor comprometido con los problemas sociales

*Su película Chicogrande recibe críticas elogiosas durante los primeros días de estreno en las salas del país

Por Celia Álvarez






Una fábula literaria, con su mentira, puede removernos más que un acta notarial con su verdad. Así lo afirmaba Antonio Buero Vallejo, quien narra en su obra postrera, Misión para el pueblo desierto, un episodio de la Guerra Civil en el que “Damián”, motivado por su amor hacia una dama, intenta rescatar un cuadro de El Greco. Igual que otros personajes del dramaturgo español, que sueñan con un tipo de luz que abra las mentes, acabe con el oscurantismo y transforme a los individuos y sus comunidades, “Damián” simboliza la utopía buerovallejiana de la salvación por el arte, muy distinta a la que promulga el cristianismo: una forma de salvación que es opuesta al poder opresor y concede al ser humano la esperanza en su propia capacidad para configurar ideales.

Damián Alcázar, quien es hoy uno de los actores mexicanos más reconocidos a nivel internacional y cuya nueva película, Chicogrande, recibe elogiosas críticas en su temporada de estreno en las salas cinematográficas del país, sabe muy bien lo que esto significa. El arte histriónico lo salvó de la rabia que en un momento dado lo impelió a lanzarse a la guerrilla cuando era un joven idealista y consciente de la injusticia que imperaba, y que aún campea, a lo largo y ancho de un país de sufrida estirpe como lo es México.

Hombre de hablar mesurado y talante afable, sus vivencias forjaron el pensamiento coherente que lo ha llevado a entregarse al esfuerzo transfigurador como palanca del cambio, comprometido con los problemas sociales de la nación, que conoce de primera mano. Su formación teatral en la Universidad Veracruzana fue el detonador de ese talento creativo que hoy aplauden los públicos de varios continentes. He aquí su testimonio.


El despertar de la conciencia social


Sólo tenía tres meses de nacido cuando su familia decidió abandonar Jiquilpan y trasladarse a Guadalajara. Dos años después vio por primera vez una película, en una parroquia de Zapopan donde el sacerdote que les enseñaba el catecismo a sus hermanos exhibía películas infantiles, cada sábado. “Ahí fue donde se me inoculó ese hermoso fenómeno de los sueños que es el cine”, asegura. La familia Alcázar vivió cinco años en Jalisco y después comenzó a viajar constantemente. Los repetidos cambios de casa y de escuela (cursó la primaria en cuatro planteles) hicieron que Damián conociera lo que denomina “la excitante situación del desarraigo”. Vivir por temporadas en un poblado paupérrimo del estado de Tlaxcala, donde residía su abuela materna, le permitió “conocer de cerca y ver con mirada objetiva la realidad de los campesinos y de los indígenas, los hombres y mujeres más pobres de nuestro país”. Ahí despertó su conciencia social.

Iba en quinto de primaria cuando aprendió a escudarse de la realidad. En la biblioteca de la escuela pública a la que asistía, Los viajes de Gulliver, La isla del tesoro, Los tres mosqueteros, Guillermo Tell, Alicia en el país de las maravillas y Robin Hood le dieron alas a su imaginación. “Desde entonces me pareció más grato vivir la ficción que la realidad… hasta que fui papá”, señala Damián, quien le inculca a su veinteañero hijo Emiliano el gusto por la lectura y los valores como la amistad, la solidaridad y el amor por la naturaleza, al tiempo que le habla de lo maravillosa que es la vida y lo alienta a disfrutarla sin limitaciones.


El teatro o la guerrilla


En la Ciudad de México terminó la secundaria; después, envalentonado por los sucesos del 68-70, decidió interrumpir su formación preparatoriana porque pensaba que no valía la pena ser estudiante. Trabajó en varias fábricas: de plásticos, troqueles, pigmentos, perfumes… Fue su entrenamiento como hombre de faena. “Me hacía sentir muy bien el ser un eficaz y esforzado trabajador, pero me hacía sentir muy mal el ver las miserables condiciones de los obreros. Esto sólo lo entienden los que lo han vivido. Viví de cerca la explotación desalmada a la que están sometidos los trabajadores. Sólo pensar en el ridículo salario que aparentemente les pagan y que nunca sube, y en lo caro de la canasta básica, que nunca baja, me hace reforzar las convicciones con las que crecí”, enfatiza.

Damián sostiene que el teatro lo salvó de lanzarse a la guerrilla. “O tal vez fue la incertidumbre o una sensibilidad de niño enfermizo y enclenque, el tercero de cinco hermanos, necesitado de afecto y cuidado, que mis padres difícilmente podían ofrecerme, enfrascados en su problemática de pareja y en la supervivencia misma de la familia, en su manutención”.

Al integrarse por primera vez a un grupo de teatro, supo que era lo que estaba buscando: “Me considero afortunado desde ese primer contacto con la actuación. El encuentro con el teatro me sedujo, así que, sin dudarlo, retomé la preparatoria y al mismo tiempo hice la carrera de actuación en Bellas Artes”. Al terminar decidió estudiar ruso porque deseaba continuar en la Unión Soviética su instrucción como actor o director, y de manera simultánea tomó clases, un año, en el Centro Universitario de Teatro.

“Tuve la suerte de que mi último maestro en Bellas Artes, Raúl Zermeño, era el director de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana (UV), y él me cuestionó sobre mi intención de ir a un país desconocido y tratar de estudiar, en una lengua extraña, algo tan profundo y personal como la actuación. Así que me invitó a continuar mis estudios y entrenamiento en la Facultad de Teatro de la UV, la cual tenía un horario de tiempo completo, es decir, de 10 a 12 horas diarias de estudio teórico y de entrenamiento como actor. ¿Qué más se podía pedir?

“Así fue como llegué a la UV, en aquellos tiempos maravillosos en que la institución creó y sostuvo un prestigio de primer mundo respecto a las artes y las humanidades. Había lo mejor en maestros y ejecutantes de todas las disciplinas, directores invitados y montajes de dramaturgos universales, gracias al rector Roberto Bravo Garzón. No ha habido otra oportunidad para ninguna otra generación, ni presente ni pasada. Y por si eso fuera poco, la descentralización, algo que sólo políticos visionarios como el entonces gobernador de Veracruz, Rafael Hernández Ochoa, y el rector Bravo Garzón pudieron sacar adelante, siendo ejemplo para otros estados del país. Qué pena que, a la llegada de los tecnócratas al poder, toda esa riqueza humanística empezara a perderse, hasta acabar incluso con el prestigio adquirido.

“Hablar de la cultura en nuestro país es como hablar de la utopía de Santo Tomás de Aquino... Así, tenemos que, a menos presupuesto... menos posibilidades de respaldo a las actividades culturales y humanísticas. Se acabó: el ciudadano artista tiene que resolver su vida económica como pueda, de manera que la calidad en las propuestas estéticas es mínima. Xalapa tiene todavía parte de la infraestructura cultural de antaño, pero está contaminada por lo peor del sindicalismo, las bases sindicales, las horas extra, las vacaciones... y la imposibilidad de purgar a las escuelas y a las compañías artísticas de los malos elementos y de los pésimos maestros”.

Entre recuerdos agridulces, el relato prosigue: “El caso es que entré como estudiante a la UV, pero a los tres meses el maestro Zermeño me ofreció participar como miembro de una nueva compañía universitaria de teatro, con miras a tener como sede el puerto de Veracruz. No lo dudé un instante y fui fundador de ese grupo, cuyas ventajas eran el seguir siendo entrenado con el mismo plan de estudios que ofrecía la Facultad, pero sin el valor de la currícula, y así dejé de ser un alumno regular para convertirme en un actor de una compañía teatral de la UV, con un sueldo quincenal mínimo, pero con todas las posibilidades de continuar con un entrenamiento de gran nivel”. De esa manera, 15 jóvenes actores (siete egresados de Bellas Artes y entrenados también en la UV, y cinco egresados de la Facultad de Teatro de esta institución) conformaron el Foro Teatral Veracruzano, en el cual trabajó Damián durante un lustro.


Nostalgia por la Xalapa de ayer


Alcázar evoca nostálgico la Ciudad de las Flores de otros tiempos y su rica vida artística: dos orquestas sinfónicas en Xalapa y una en Veracruz, una compañía de danza contemporánea y otra de danza folclórica, las primeras licenciaturas de artes en el país, una gran escuela de música, tres compañías de teatro, lo mejor de las artes plásticas… y un mínimo de coches por las calles, lo que permitía llegar caminando a todos lados. “Y todavía no acababan con los bosques del Cofre de Perote, lo que hacía del clima xalapeño un pequeño Londres”, remarca.

“Pero los políticos mexicanos no tienen vocación de servicio... y por lo tanto no son visionarios sobre el futuro de sus ciudades, de su país, y mucho menos de los ciudadanos. Xalapa, como casi todas las ciudades mexicanas, tienen un pésimo servicio de transporte urbano, lo que orilla a la gente a creer que comprando un coche resolverá sus dificultades de transporte; eso ha provocado que aquella bella ciudad sea hoy un pequeño Distrito Federal, que crece más y más en un caos de tránsito, neurosis ciudadana y contaminación... Esto sólo afea la ciudad y les complica la vida a los xalapeños. Y lo peor es que no se resolverá; más aún: la situación será cada día más crítica mientras los políticos responsables sigan miopes, o anclados a los impuestos que los autos generan para el estado”, reprocha.

En búsqueda de un sueño


Retornó a la Ciudad de México cuando vio venir la hecatombe (sic) en el teatro xalapeño. “Raúl Zermeño quiso unir las tres compañías en una: la Organización Teatral de la UV. Entonces dejé el Foro Teatral Veracruzano y regresé al DF. Comencé haciendo algunos cortometrajes con alumnos del Centro de Capacitación Cinematográfica y del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Eso me dio la oportunidad de realizar otra fuerte etapa de entrenamiento actoral, al ser invitado por uno de los mejores directores y maestros del teatro mexicano: Luis de Tavira, para formar el Centro de Experimentación Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes. Y de nuevo, buenos maestros, salario, directores invitados y trabajo diario en cursos, talleres, ensayos y funciones, en una de las mejores compañías del teatro nacional. Quería trabajar en el cine, pero era prácticamente un sueño, porque había muy poca producción”.

Permaneció en la compañía durante cuatro años, pero a mediados de los 80 se resolvió a emprender la búsqueda en el cine, y le tocó ser uno de los actores con los que inició una auspiciosa etapa: el ‘nuevo cine mexicano’. Sus primeros trabajos fueron La ciudad al desnudo, de Gabriel Retes; La leyenda de una máscara, de Pepe Buil; Bandidos, de Luis Estrada; La mujer del puerto, de Arturo Ripstein; Lolo, de Francisco Athié; Ladrón de sábado, de José Luis García Agraz, y Dos crímenes, de Roberto Sneider. Hoy su trayectoria acumula más de un centenar de filmes. Entre sus trabajos más recientes figuran Bala mordida, de Diego Muñoz; De la infancia, de Carlos Carrera; García, de José Luis Rugeles; Chicogrande, de Felipe Cazals, que se estrena ya en las salas cinematográficas del país, y El infierno, de Luis Estrada.


¿Qué es una buena película, Damián?

“¡Gulp! Independientemente del tema, porque ahí nos meteríamos con ideologías y valores, creo que una buena película es aquella que tiene buen ritmo en su realización, un tema interesante, una buena fotografía y muy buenas actuaciones”.
¿Cuáles son tus preferidas?
“Son como 50... Mejor te digo cuáles son algunos de mis directores favoritos: Kurosawa, Fellini, Bergman, los hermanos Cohen, Scorsese, Herzog, Cazals, Del Toro y Estrada, aunque suene a ‘guayabazo’, porque he participado en cinco películas suyas”.

Por cierto, has hecho una dupla magistral con Luis Estrada…

“Esa dupla, como tú le llamas, me ha dado las mejores satisfacciones como actor comprometido con mi tiempo y con mi país. Creo que Luis hace un cine necesario y requerido por el mexicano... Es un creador sólido y consciente de nuestra realidad. Como director, es inteligente y divertido, y un extraordinario compañero de trabajo. Estoy seguro de que su cine será uno de los más importantes para los mexicanos de todos los tiempos”.


¿Con cuáles directores te gustaría trabajar, y con quiénes repetirías?

“Me gustaría trabajar con Jorge Fons, con Guillermo del Toro, con los hermanos Cohen y con David Lynch. Y volvería a trabajar con Luis Estrada, Felipe Cazals, Sebastián Cordero, Carlos Bolado, Carlos Carrera, Andrew Adamson, Bruce Beresford y John Sayles”.


¿Y qué películas te habría gustado protagonizar?

“La marca del Zorrillo, Woycek, Los hermanos Del Hierro, Fargo, El laberinto del Fauno y alguna de Kurosawa”.


¿Qué consideras lo mejor que tiene tu oficio?
“Que te da la oportunidad de decir cosas que los demás necesitan decir, les das voz a los que no la tienen, además de que te permite conocer y mostrar su mundo, un mundo que la mayoría desconocemos: el del ciudadano anónimo, el campesino, el policía, el presidiario, el trabajador, el luchador social, la madre soltera y su problemática, etc., etc.”.


¿Cuál es tu objetivo central como actor? ¿La denuncia social, tal vez?

“Retratar al hombre en el mundo al que le estamos dando vida por medio del cine. Puede ser ficción o realidad. Pero siempre me esfuerzo por darle la complejidad que se requiere para que el público pueda de verdad identificarse. La denuncia social es sólo otro tema y creo que está en total abandono en estos tiempos. Yo la asumo como responsabilidad porque me parece necesario hacerlo, pero no tiene nada que ver con el cine en sí mismo, sino con una manera de ver el mundo”.


¿Y a qué actores y actrices admiras?

“A Robert De Niro, Erland Josephson, Max Von Sydow, Sean Penn, Steve Buccimi, Meryl Streep, Ana Ofelia Murguía, Julieta Egurrola, Jane Fonda, Claudio Obregón, Ernesto Gómez Cruz, Salvador Sánchez, Angelina Peláez, Carlos Cobos, Jorge Zárate, Daniel Giménez Cacho, y algunos compañeros que me están sorprendiendo por su trabajo: Joaquín Cossío, Silverio Palacios, Dagoberto Gama, Ximena Ayala, Giovanna Zacarías…”.



Remembranzas de la “época dorada”


Le propongo a Damián que hablemos sobre el cine de antes y el de ahora. “Uy, creo que esto va para largo… La llamada ‘época dorada’ fue un gran momento para el cine mexicano, sobre todo porque hubo una gran producción; de ahí se colige que muchas películas fueron muy buenas, y por supuesto hubo un montón de malas películas, como en todos los tiempos y países. ¿Por qué hubo esa gran producción? Bueno, ocurrió la Segunda Guerra Mundial, luego vino la posguerra, y los gringos, pinches idiotas, que les gusta la guerra, no estaban produciendo cine. La ‘mina de oro’ para los millonarios sin escrúpulos, como casi todos, era la guerra y el armamentismo, así que ‘invertían’ en el cine mexicano y, de alguna manera, dejaban también un espacio para la producción de nuestro país.

“La poca competencia en la producción y los recursos crecientes en el cine mexicano dieron paso a una verdadera industria cinematográfica, produciéndose y exportándose miles de películas. Así que por lo menos la mitad de ellas consiguieron un gran nivel de calidad en su realización, conformando de paso grandes especialistas, entre actores, directores, productores, guionistas, músicos, distribuidores y exhibidores... Una industria, pues, con miles de trabajadores, y que significaba también una gran entrada de divisas al país.

“¡Uff! Pero se acaba la guerra y los norteamericanos empiezan a producir mucho más cine en su país que en el exterior. Los temas: el american way of life, los héroes que liberaron al mundo del terror nazi o japonés, los buenos y los malos, y toda esa ideología del blanco matando a los ‘malos’, ya fueran indios, alemanes, orientales o marcianos... era también de exportación. Las reglas del mercado económico, la política y su ideología en general, siempre han sido exportadas a todo el continente, por las buenas o por las malas. Recuérdese cualquier ‘tratado internacional’ con los gringos…

“Y la ‘puntilla’ para el cine mexicano fue exactamente ese último gran tratado tan ponderado por los politiquillos mexicanos y tan defendido por los negociantes sin escrúpulos: el de ‘libre comercio’, que hundió la pequeña economía de todos los mexicanos, el campo, la industria y el pequeño comercio. Se acabaron la tiendita de la esquina, la farmacia, el almacén de ropa, la tlapalería y la frutería de don ciudadano mexicano, y se favoreció a Oxxo, Wall Mart, Chedraui, Soriana, Comercial Mexicana, etc.
Así como no se pueden producir automóviles mexicanos porque se firmó un ‘acuerdo’ con ellos, así no se puede respaldar la producción cinematográfica mexicana en la exhibición y distribución... por un ‘tratado’ con ellos... Y ‘ellos’ incluye a todos los responsables de la economía mexicana y a los que elaboran las reglas del mercado y las leyes a cumplir: diputados, senadores, funcionarios de Hacienda, jueces de la ‘suprema corta de justicia’ y ése al que le dicen presidente de México. El talento de nuestros cineastas, lo mismo que la capacidad de trabajo de todos los mexicanos... ahí está, sólo que no es ‘aprovechable’. ¡Y háganle como quieran!, dirían los que se lavan las manos” (ríe).


¿Por qué no se produce actualmente más cine de calidad?

“Sin una industria como la de esa época, no hay producción. Y esto quiere decir: un joven que intenta ser director, o mejor pensemos que quiere ser guionista, escribe, pero nunca le filman su guión, no importa qué tan bueno sea. Luego lo intenta tres o cuatro veces más, y no filman sus guiones; tiene que dedicarse a otra cosa. No hay guionistas. Otro ejemplo: tú convences a un señor o a un grupo de señores de que inviertan parte de su dinero en tu proyecto cinematográfico. La historia es buenísima, los actores que estarán en la película son muy buenos, el fotógrafo tiene premios internacionales, etc. Se filma la película, y es muy buena, pero no hay manera de que compita en cartelera porque los exhibidores tienen un trato muy conveniente con los distribuidores y privilegian la producción de Hollywood. Ponen tu película en una que otra sala y en horarios de 10 de la mañana o 10 de la noche, y la sacan a las dos o tres semanas, argumentando que no es un buen negocio. Y efectivamente no lo es, por la desventaja en que está frente a las ‘reglas del mercado’. Ese señor que puso dinero para tu película, sería un idiota si lo intentara de nuevo. No hay producción. ¿Suena triste el panorama? ¡Lo es!”.


¿Existe una buena dosis de talento en los actores nacionales?


“Muchísimo. Hay grandes actores que ni siquiera tienen la oportunidad de que su trabajo sea visto. ¿Por qué?: los grandes actores no tienen cabida en la televisión, y sólo unos cuantos de ellos trabajan sosteniendo historias anodinas en donde ‘bellos y bellas’, la gran mayoría sin talento, son los protagonistas. El teatro mexicano tiene una mínima expresión y sufre el mismo abandono de parte de las autoridades responsables de la Cultura, aunque por lo menos ahora podremos ver a algunos de ellos con la Compañía Nacional. El teatro comercial casi siempre es malo y es una copia absurda del teatro gringo. Por si fuera poco, el teatro es caro, más incluso que el cine. Así que los ciudadanos mexicanos que pueden ver teatro son muy pocos. Y los actores mexicanos talentosos, que hay muchos, sufren el mismo fenómeno: a poca producción, poco trabajo”.


¿Sopesas el éxito comercial de un filme antes de aceptarlo?

“Jamás. Elijo trabajar en un proyecto siempre y cuando me parezca digno, si vale la pena el tema y si es necesario hablar de eso. Pienso que una buena historia tiene buenos personajes; una mediocre, tiene personajes mediocres; así que una mala historia siempre tendrá malos personajes”.


¿Cómo fue tu experiencia en Hollywood, con las Crónicas de Narnia?

“Fue aleccionadora. Entendí que todos los buenos cineastas quieren realizar buenos productos. Si me preguntas por la diferencia de trabajar en una producción mexicana o colombiana o costarricense, y una hollywoodense, te diría lo obvio: ellos tienen 25 personas para hacer una sola cosa en el set… y nosotros tenemos una persona para hacer 25 cosas”.


¿En qué consiste, para ti, la ética profesional?


“Según yo, es la pasión y la entrega que te permitas en tu quehacer, respetando los derechos de los demás. Y, bueno, una serie de valores a respetar y cumplir según tu profesión y tus convicciones. Lo cual permite que tu trabajo sea digno para ti y a los ojos de los demás”.



La intimidad de un idealista


¿Te consideras un idealista?


“Sí. Creo que las guerras no ennoblecen a nadie, sino todo lo contrario. Creo que el hambre se podría erradicar fácilmente, creo que no deberían existir las fronteras, creo que la mujer tiene los mismos derechos y obligaciones que el hombre, creo que el agua del mar se puede hacer potable y que los desiertos pueden dar frutos para sus habitantes. Y creo que a los niños no se les debe castigar, y mucho menos pegarles”.


¿Qué te alegra? ¿Te consideras un hombre feliz?

“Me alegra ver a mi hijo crecer, empezar una nueva película, viajar, caminar, probar nuevos sabores, regresar a Madrid, ver a mis amigos, releer a los clásicos, tomarme una copa de vino, recordar la sonrisa de mi amada... Sí, me considero un hombre feliz”.


¿Qué te escandaliza?

“El cinismo con el que los políticos mexicanos engañan al ciudadano, el poder digno de gangsters con el que defienden y solapan el daño moral y económico que hacen sus compañeros al ciudadano medio y al país en general, escudándose en el fuero y en la complicidad que implica ser de la misma calaña. Y, en general, todas las pésimas decisiones que, lejos de engrandecer al país, lo van empobreciendo más y más”.


¿Y a qué le temes?

“A la violencia, en todas sus manifestaciones”.

¿Sigues siendo un ávido lector?

“No leo tanto como quisiera, pero sigo leyendo, aparte de guiones y técnicas de actuación, a Shakespeare, Calderón, Rulfo, Castañeda, Cervantes, Lope de Rueda, Sófocles, Molière... y de vez en cuando retomo La divina comedia”.


Respecto a la música, ¿cuál te gusta?

“Me gustan muchos cantantes, desde Pavarotti hasta Sabina, pasando por Serrat, Paco Ibáñez y Charles Aznavour, Atahualpa Yupanqui, ‘Bola de Nieve’, Louis Armstrong, Gardel, José José… Y cuando descubrí Youtube volví a escuchar a Leonard Cohen y los Rolling, lo mismo que a Zitarrosa... Violín, corno, cello, piano y mucho más… Me encantan Son de Madera, la Negra Graciana, Mono Blanco, la canción cardenche y la música de la Huasteca”.


¿Qué otro talento tienes para las artes, o cuál desearías desarrollar?

“Creo que intentaré escribir cuento, guión, poesía… en unos 20 años más. También intentaré esculpir y tallar en madera”.


Si pudieras elegir, ¿volverías a ser actor… o a qué te dedicarías?

“Sí volvería a ser actor. Si no lo fuera, creo que sería naturalista, animalero... Uno de mis sueños, porque los tengo, es poder alguna vez criar a diferentes animales, desde insectos comestibles hasta animales endémicos mexicanos en peligro de extinción: tlacuaches, armadillos, tortugas, erizos, salamandras y ajolotes, perdices, faisanes, iguanas, etc”.


Oye, Damián, ¿qué se siente ser una “estrella” de cine, tan famoso?

“No lo sé (ríe estrepitosamente). No puedo concebirme como una ‘estrella’ de cine. Soy un actor que quiere esforzarse por hacer bien su trabajo. Y parafraseando a un personaje de la película Lola, de María Novaro: ‘No soy famoso, ni lo quiero ser, porque los famosos se echan a perder’. Me gusta la vida y la disfruto lo más que puedo”.


¿Qué sientes cuando los fans te piden fotografías, autógrafos?

“Me siento querido. Y quiero abundar sobre esto: en la calle me han dicho las mejores cosas sobre mi persona, mi trabajo y convicciones. A la gente le debo absoluto respeto, y por eso elijo qué decirles con mi trabajo”.


¿Qué proyectos tienes para el futuro inmediato?

“Por lo pronto, el estreno de siete películas para este año: cuatro mexicanas: Bala mordida, De la infancia, Chicogrande y El infierno, y tres sudamericanas: Del amor y otros demonios, García y El último comandante. Estoy por hacer una audición para una película norteamericana; actualmente estoy filmando en Guadalajara la ópera prima de Kenya Márquez, Fecha de caducidad, y viajaré a Bolivia a mediados de este año para filmar allí Carga sellada”.


¿Te vamos a ver pronto en teatro, en televisión?

“No trabajo en teatro, primero, porque no vivo en la ciudad, y luego porque he tenido mucho trabajo en el cine en los últimos 10 años. Comencé en el teatro profesional en Xalapa, trabajé en el teatro mexicano durante ocho años y seguro que volveré al teatro en cuanto me sea posible. En televisión… difícilmente hay una producción que valga la pena. Me interesa decirle cosas inteligentes al público, y tal parece que la televisión se empeña en decir pendejadas, salvo honrosas excepciones…”. Damián participa actualmente en la serie Las Aparicio, de Epigmenio Ibarra y Argos, que transmite Cadenatres (Canal 28) de lunes a viernes a las 10 de la noche.


Por último, ¿cuáles de tus películas te gustan más?

“La ley de Herodes, Bajo California, Crónicas, Dos crímenes, Las vueltas del citrillo,Chicogrande y las últimas, que me quedan muy frescas, pero no he visto: El infierno y De la infancia”.



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Sergio Pitol presentará su autobiografía en la Editorial de la UV

Por Celia Álvarez



*Elizabeth Corral, Anamari Gomís, Luz Fernández de Alba, Martín Solares y Rodolfo Mendoza comentarán el libro más reciente del Premio Cervantes 2005

La Feria Permanente del Libro Universitario, sede de la Editorial de la Universidad Veracruzana (UV), ubicada en el número 9 de la calle Hidalgo, será el escenario de la presentación del libro intitulado Sergio Pitol. Una autobiografía soterrada (ampliaciones, rectificaciones y desacralizaciones), publicado por Editorial Almadía en su colección Mar Abierto, donde el Premio Cervantes 2005 delimita su horizonte actual mediante oscilaciones hacia el tiempo pretérito y examina todos aquellos recuerdos, viajes y personas que conformaron su estilo literario: el primer periplo en barco, la escala en La Habana que le deparó una noche alucinante; el influjo de la fiesta, su interés por ambientes e historias familiares, la escritura de sus novelas durante el extenso exilio europeo, su pasión por las zonas oscuras y los seres excéntricos.

El próximo jueves 3 de junio, a las 19:00 horas, acompañarán al renombrado escritor en la presentación de su autobiografía, cuatro expertos en materia literaria: Elizabeth Corral, Anamari Gomís, Luz Fernández de Alba y Martín Solares, y fungirá como moderador Rodolfo Mendoza Rosendo, coordinador de la colección Sergio Pitol Traductor, quienes comentarán el contenido de este volumen que revela en cuatro relatos y una conversación con Carlos Monsiváis los mecanismos internos de una obra plena de misterios —en la cual no es extraño que el autor se transforme en el protagonista de sus propias historias—, con el que Pitol cierra un ciclo conformado por el cuerpo de su creación al desentrañar las claves que tienen que ver con el Tríptico de Carnaval (El desfile del amor, Domar a la divina garza y La vida conyugal), el Tríptico de la Memoria (El arte de la fuga, El viaje y El mago de Viena), su corpus cuentístico y sus reflexiones como ensayista.

Se trata de un libro que el escritor y editor Agustín del Moral Tejeda, director general de la Editorial de la UV, describe como “imprevisto, pero inequívocamente con todo el sello de la casa Pitol, que redefine, amplía y libera el género de lo autobiográfico. Un libro difícil de etiquetar, con una gran cantidad de cosas en marcha y que, como viene sucediendo desde ese impecable parteaguas en su obra que fue El arte de la fuga, vuelve a sorprender gratamente, como ya sorprendieron sus más recientes títulos. Un mestizaje de formas, combinación de voces y de registros, escamoteo de identidades, ganas de parodiar, revelaciones sorpresivas, una especie de manifiesto o declaración de principios, un estimulante informe de lo que significa ser un hombre de letras en un siglo en transición”.

Las páginas de esta autobiografía soterrada suponen un viaje fascinante hacia la intimidad, que evidencia sensaciones tempranas, reminiscencias de la infancia, crisis decisivas, hechos y memorias que acicatearon la imaginación de uno de los más grandes autores universales de la época contemporánea. El libro inicia con la crónica de un viaje que Pitol emprendió para someterse a un tratamiento médico y en cuyo transcurso comenzó a recordar los acontecimientos que determinaron el desarrollo de su proceso creativo; en la segunda parte, revisando el material para sus Obras Reunidas, narra cómo se descubre, atónito, en lo creado; en la tercera, donde alterna relato y ensayo, comparte sus reflexiones acerca de las señales de su cuerpo narrativo, la construcción de los personajes y diálogos; el siguiente segmento habla del Ars Poetica del narrador, enumerando los autores y obras que enriquecieron su imaginación, y el libro finaliza con la definición de su objetivo como creador.

La invitación se hace extensiva a todo el público para que el jueves 3 de junio, a partir de las 19:00 horas, acompañe al Premio Cervantes 2005 en la Feria Permanente del Libro Universitario, ubicada en el número 9 de la calle Hidalgo, en pleno corazón xalapeño, durante la presentación de su nuevo libro, Sergio Pitol. Una autobiografía soterrada (ampliaciones, rectificaciones y desacralizaciones), publicado por Editorial Almadía. La entrada será libre.

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Política, letras y artes, en el número 12 de La Palabra y el Hombre

Por Celia Álvarez



Contenidos de extraordinaria calidad en materia de letras, artes, política e investigación es lo que ofrece al público lector el número 12 de La Palabra y el Hombre, revista representativa de la Universidad Veracruzana (UV) que en esta oportunidad ostenta en sus páginas centrales un dossier sobre José Luis Cuevas, integrado por una selección de piezas tempranas y recientes del reconocido pintor y escultor —quien visitará en julio próximo la capital de Veracruz, para exponer de nueva cuenta en la galería universitaria Ramón Alva de la Canal— y dos poemas en torno a su obra, uno de los cuales le dedicó el inmortal Octavio Paz y el otro escrito por su esposa Beatriz del Carmen Cuevas.

Otra gran figura del panorama cultural mexicano, el poeta José Emilio Pacheco, inaugura la sección Palabra Clara de este volumen, a través del texto donde José Luis Martínez Suárez explica los motivos por los que el jurado del Premio Miguel de Cervantes decidió concederle tan cotizado galardón en 2009; a continuación, otro prestigioso poeta, el xalapeño Jorge Lobillo, comparte unos versos cálidos y entrañables dedicados al recuerdo de su madre bajo el título En otro tiempo; enseguida, Celia del Palacio Montiel ofrece una reflexión en torno al arte de la novela histórica en el caso de la heroína insurgente Leona Vicario, y cierra este apartado el poeta Ángel José Fernández con un análisis de la poesía amorosa de José María Roa Bárcena.

Un par de poemas del papanteco Salvador Díaz Martínez y un relato de Manuel Fuentes Cucurachi ocupan el segmento Palabra Nueva, mientras que el de Artes incluye los artículos de Adriana Boggio-Harasymowicz y Juan Pascual Gay, quienes abordan la tradición e innovación en el arte colonial mexicano y la perturbadora presencia del maniquí en las vanguardias literarias y artísticas del “fin de siglo”, respectivamente. Por lo que atañe a la sección Estado y Sociedad, esta vez participan Alberto J. Olvera y José Blanco, quienes ahondan en temas fundamentales de la situación política actual mediante sendos comentarios críticos al célebre libro de Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda intitulado Un futuro para México, en tanto Gunther Dietz y Laura Mateos analizan las bases teóricas y los objetivos pedagógicos y sociales de una de las grandes innovaciones recientes de la máxima casa de estudios estatal: la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI).

El segmento Entre Libros incluye en esta ocasión los comentarios de Germán Martínez Aceves sobre el volumen Felipe Ángeles en la Revolución (Ediciones Era/Conaculta), que reúne excelentes ensayos compilados por Adolfo Gilly; Omar González examina el contenido del libro Gabriel García Márquez. Una vida, del británico Gerald Martin, editado por Debate y Random House Mondadori, con traducción de Eugenia Vázquez Nacarino; Gabriela Damián Miravete analiza los Cuentos reunidos de Amparo Dávila (Letras Mexicanas, FCE); Alfredo Pavón enumera los relatos de Roberto Bravo incluidos en El infierno es un horizonte abierto (IPN/Fundación René Avilés Fabila/ Poliedro El Búho); Jesús Guerrero habla sobre la labor realizada por Michéle Petit para comprender los procesos individuales y sociales de la lectura, mediante una reseña de su libro El arte de la lectura en tiempos de crisis (Col. Ágora, Océano-Travesía), traducido por Diana Luz Sánchez; Víctor Cabrera comparte sus impresiones sobre Aberraciones. El ocio de las formas (UNAM), de Silvia Eugenia Castillero, y la joven poeta Camila Krauss brinda un guiño a la obra de uno de los iconos de las letras nacionales, seleccionada por Antonio Deltoro en el volumen Octavio Paz. Un sol más vivo. Antología poética (Editorial Era).

En la parte final, el lector hallará una interesante Miscelánea que abarca un artículo de Francisco Reyes Palma sobre un veracruzano legendario, cuya obra recobra protagonismo gracias al libro biográfico Una visita a Marius de Zayas, perteneciente al acervo editorial de la UV; Ramiro Aguirre dedica su colaboración a otro destacado personaje del ámbito cultural cosmopolita, el poeta ruso Joseph Brodsky, a quien denomina “médium de la lengua”; Víctor Hugo Vásquez Rentería da un breve repaso a la literatura del recién desaparecido autor estadounidense J. D. Salinger, y el experto en materia cinematográfica Raciel Martínez Gómez vierte una incisiva crítica sobre la película Avatar, donde invita a considerar “los valores coloniales que desglosa el director James Cameron con aparente inocencia” en este taquillero filme.

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Marginautas, una humorística reflexión sobre la esencia humana

Por Celia Álvarez


La fantasía popular columbraba extraños y complejos aparatos, dignos de las películas de espías, ocultos en el abandonado edificio convertido en nido de pasiones clandestinas y dormitorio improvisado para vagabundos desde la partida de los británicos —herederos de aquellos que en el pasado usufructuaron los ferrocarriles y las empresas de agua y gas, con elevadas tarifas y deficientes servicios. El pillo encontró una caja que debía contener algo valioso, a juzgar por su peso, y ya casi sentía en su bolsillo los mil dólares que necesitaba para comprar un pasaje a Europa. Harto de las limitaciones que su medio le imponía, deseaba cortar el cordón umbilical con su país, que concebía como una madre incomprensiva.

La aventura de este robo nocturno en la antigua Compañía de Gas de una mítica ciudad sudamericana llamada Nostalgia desencadena la trama de Marginautas, novela del uruguayo Adolfo Guidali Etcheverry recién publicada por la Universidad Veracruzana (UV) como parte de su proverbial Colección Ficción y que el próximo 20 de mayo será presentada en la librería parisina “El salón del libro”, especializada en publicaciones en idioma castellano. El protagonista es un ladronzuelo huérfano, malogrado boxeador y futbolista, oportunista y mentiroso, que hace gala de su talante soñador e imaginación frondosa a lo largo de una pasmosa trayectoria como especialista en el arte de la sobrevivencia, cual émulo de su ilustre antecesor de cinco siglos atrás, el Lazarillo de Tormes.

El primer intento de huida de su vida marginal falla cuando Rulito descubre en la caja robada simples repuestos para estufas; mas el pillo, que precisa dinero para comer y pagar la renta, no se arredra y vende la mercancía sobre un cajón adornado con una fotografía de la reina de Inglaterra, intrigando a los compradores el vínculo misterioso entre las piezas cobrizas y la realeza. Su próximo golpe será el hurto de anfetaminas en un dispensario médico, pero gruesos candados sobrepasan sus habilidades de caco y el magro botín es una bolsa de espitas para aplicar enemas; entonces idea un invento revolucionario, que imagina sólo equiparable a la brújula y la imprenta: el primer eliminador de flatulencias por combustión, cuyo éxito habrá de truncar la “moralidad” ciudadana.

Finalmente logra costearse el ansiado viaje gracias a otro ingenioso negocio: la venta de ejemplares “personalizados” de la Constitución, bajo promesa de que su incauta clientela recibirá a vuelta de correo —y previo pago parcial del correspondiente ejemplar— una carta magna hecha a la medida, con las enmiendas que cada uno desee hacerle a las leyes vigentes. Tras un viaje azaroso, en Madrid conoce a Horacio Pollio, un compatriota ex periodista con el que se traslada a Barcelona, donde abordará nuevas “empresas”. Convertido de la noche a la mañana en heredero del mítico “zorzal criollo”, Rulito Gardel malvive cantando tangos en un cabaret de poca monta, portando una tanga, medias negras con liguero, tirantes, moño de pajarita, sombrero de fieltro y zapatos de charol por todo atavío. En la Ciudad Condal retomará la idea de vender su genial invento, el “Pyroflat”, pero el artefacto no cumple las normas de seguridad en la materia exigidas por la Comunidad Económica Europea.

Entonces decide cruzar los Pirineos en compañía de Horacio para probar suerte en París, donde ambos logran venderle a un millonario fabricante de embutidos norteamericano un falso bloque del Muro de Berlín y, continuando con su serie interminable de facultades mitómanas, Rulito saca a relucir otro “farol”: transformado en psicoanalista lacaniano de arrabal, funda una secta esotérica que llega a convertirse en un negocio lucrativo, en la medida en que van sumándose cada vez más fieles ávidos de meditar, sentados en la posición de flor de loto, en el templo-vivienda de los pillos, entre barritas de incienso y tapices de lana de guanaco. Hasta que un día, el protagonista va a dar con sus huesos a una clínica psiquiátrica…

Y el hilarante viaje existencial de Rulito continúa. Entre vaivenes de fortuna, personajes sui generis, descripciones precisas de lugares y frases en diversos idiomas, Marginautas refleja la decadencia de una humanidad enferma. Bajo una densa capa de ironía y escudada tras una ágil prosa que el lector hallará sumamente amena, el autor vierte una acerba crítica hacia una sociedad, tan hipócrita en el primero como en el tercer mundo, que cierra sistemáticamente los cauces naturales de sobrevivencia para miles de personas y las orilla de muchas maneras a convertirse en delincuentes.

El autor de Marginautas es egresado de l’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París y obtuvo el master en guiones para cine y televisión de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido guionista independiente, redactor y corresponsal en medios de comunicación iberoamericanos. Publicó sus primeros cuentos en 1980 en la revista xalapeña El caracol marino, y más tarde en diversas publicaciones y antologías en América Latina y Europa. Actualmente trabaja como periodista en el servicio en español de la Agence France Presse, en Francia.

Marginautas, una novela que no oculta un hondo trasfondo socio-político y se enmarca, sin lugar a dudas, en el género de la neopicaresca, se puede adquirir en el Servicio Bibliográfico Universitario, situado en Xalapeños Ilustres 37; en la Feria Permanente del Libro Universitario, de Hidalgo 9, y en librerías comerciales. Más novedades editoriales de la UV, en la página www.uv.mx/corre y en el programa Oye, lee y dile, que transmite Radio UV en el 1550 AM, los martes, de 18:00 a 19:00 horas.





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